Y el eterno resplandor refulgía como una llama infinita, inapagable e inalcanzable. E incluso la más profunda de las oscuridades potenciaba su hermoso brillo, porque esa luz había comenzado a crecer hacía algún tiempo y nada ni nadie podría llegar a apagarla, menos aún si lo trataban con ahínco, pues esto lo que hacía era potenciarla, darle más ganas de vivir, darle un sentido a su existencia.
El eterno resplandor dejaba huella a cada paso que daba, todo quien lo veía no podía olvidarlo, porque era único e inigualable. Y se alimentaba de cada uno de sus suspiros, crecía con cada uno de sus anhleos, era parte de cada una de sus risas y cada uno de sus llantos y no dejaba nunca de avanzar.
Nada podría detener al eterno resplandor, incluso si él mismo titubeaba, no retrocedía, no se daba por vencido y lograba salir adelante. Y no le importaba nada más, que seguir brillando, seguir entregando su luz y seguir siendo, seguir existiendo.
El eterno resplandor simplemente no perdía la esperanza, no se dejaba amedrentar, nunca perdía la fe, no le importaba el sufrimiento porque sabía que todo era simplemente felicidad, el eterno resplandor sabía hacia dónde se dirigía, sabía cuál era su meta y su objetivo, sabía que sus sueños se podían hacer realidad. El eterno resplandor siempre podía volver a su centro, aún si por segundos perdía el control.
Y el eterno resplandor no es más que eso... eterno... no importa si sólo yo lo veo de esa forma, no importa si tengo que esperar... es algo con lo que tendrás que lidiar..!