Y estaba parada frente a la ventana, tratando de taparla a como diera lugar. Le costaba ver hacia afuera, ver toda la neblina rodeando su casa, ver sólo siluetas dibujadas por doquier, escuchar pasos aislados, risas, palabras sin sentido. Quería mantenerse encerrada no sólo en su mente, sino también en su habitación, sin que nadie la molestara, sin que nadie le preguntara nada... sobreviviendo el minuto y respirando por costumbre.
Era el problema de pensar, que le llenaba la cabeza de ideas, que la hacía dudar de sus pasos, mirar hacia atrás, hacia el lado, hacia arriba y hacia abajo, sin saber qué dirección era la que había tomado y qué era lo que le deparaba aquello.
Era la princesa de los sueños, creaba todo un mundo a su alrededor, disfrutaba de las maravillas de lo que podía lograr y luchaba incesantemente por ello. Sin embargo, se había obligado a dejarlo atrás, tapiaba la ventana de su habitación para dejar de contemplar el horizonte plagado de siluetas a las que podía darle cualquier interpretación y buscaba sumirse en el letargo del momento, en simplemente el paso a seguir.
Quizá nunca más habrían castillos ni cuentos de hadas... quizá esto era simplemente la realidad que tanto tiempo había tratado de evadir. Quizá le dolía demasiado darse cuenta que realmente la vida era diferente de un lado de la ventana que del otro y que aquello que estaba más allá no lo podría alcanzar.
Porque finalmente, ¿qué son los sueños más que sólo sueños y qué es la vida más que un trago de realidad que quema la garganta y sofoca al corazón con mensajes de la razón, aquellos que te obligan a cuestionar cada una de las decisiones y las acciones?
Simplemente la neblina era cada vez más espesa, no le dejaba ver más allá de su nariz y eso la asustaba demasiado como para poder seguir contemplando el mundo a través de la ventana. Se sentía inútil, se sentía ajena... se sentía una extraña dentro de su cuerpo, encerrada en su mente y cuidando no dejar escapar aquellas cosas que antes simplemente decía sin medir las consecuencias. Porque no a todos les gusta imaginar castillos, príncipes, dragones y cuentos de hadas, porque no todos creen en el final feliz que comenzaba con aquél "érase una vez".
Sin embargo, en el fondo de su alma, su pecho saltaba al brotar una de estas imágenes tan preciadas. ¿Dejaría de ser la princesa de los sueños para poder sobrevivir?
Porque los cuchillos que clavaron en su carne y en su espíritu todavía mancillan las sonrisas, y la sangre que brotó a borbotones aún mancha sus vestidos... y aunque sabe que los sueños que se hicieron añicos pueden ser reconstruidos, teme cortar sus manos al recoger cada uno de los fragmentos y seguir dañando su ya decrépita existencia.
Por eso ha tapiado las ventanas, ha cerrado sus ojos, ha acallado sus pensamientos y los gritos eufóricos de su corazón. ¿Para qué esforzarse si una pincelada vale más que todo un cuadro? si la mancha de óleo que se derramó por accidente echó a perder la obra maestra... ¿Existe forma de encontrar solución a los sueños olvidados?
La inseguridad es la nueva tendencia de sus pasos.. ya no camina rauda y a largos trancos, sin importarle lo que pase, ya no está preparada para cualquier eventualidad porque ha sido una larga jornada, le pesan los músculos, le duele el cuerpo, el alma se quedó atrás.
Y la neblina es tan densa que aunque el eterno replandor sigue refulgiendo, le cuesta verlo a través de las rendijas que los tablones mal puestos por la intención desganada de parar de mirar han dejado.
Ahí está, lo ve, sabe que está, lo siente... lo busca, escarba, rasguña, se aferra, lo sigue, lo huele, lo acaricia, lo aprieta contra su pecho, lo rodea, lo disfruta, lo sostiene, la sostiene, lo sabe ahí, es parte de ella...es de ella... es ella...
¿Qué hará con la neblina, con la ventana tapiada, con el desgano, con la duda, con las heridas y con los fragmentos?
La princesa de los sueños by Constanza Arriagada is licensed under a Creative Commons Atribución-No Comercial-Sin Obras Derivadas 2.0 Chile License.
No hay comentarios:
Publicar un comentario