Me sigo rompiendo la cabeza pensando en las respuestas, me muerdo los dedos, enrosco mi pelo, me hundo cada vez más en la profundidad de mis pensamientos sin sentido. Me carcomo los sesos buscando las razones, sin embargo, sigo chocando con una fría y gris muralla que me resulta impenetrable. No sé hasta dónde sea capaz de llegar, si es que quiero seguir con esto o si simplemente quiero botar la toalla de una vez por todas y dejarme vencer por esas tentadoras pastillas que me miran con su aire de grandeza desde el cajón de mi cómoda que trato de evitar por todos los recuerdos que encerré en ella hace ya mucho tiempo.
Y sigo pensando que quizá el problema sea yo, que todos mis problemas son causados por mi y que por eso debo pagar todo lo que he hecho, dejando fluir toda la rabia y todo el rencor con las lágrimas manchadas de tonos oscuros que se pierden en la inmensidad de las sábanas, en la inmensidad de la noche y en la inmensidad de mi soledad.
Porque a pesar que ahora debo pensar por dos, porque te fuiste y aquí me dejaste, botada, con un puñado de drogas, unos cuantos billetes y un amargo recuerdo de las noches que yo creí que eran de amor y pasión y que no fueron más que la ilusión que creó mi mente ante la idea de por fin sentirme querida, siendo que tus brazos fueron la peor de las trampas en la que pude caer.
Ahora estoy acá, enferma, ya no me dan las fuerzas y aunque traté de que lo que hicimos no trajera frutos, el destino a veces es más cruel de lo que debería... y debo pensar por dos. Con un puñado de drogas a mi lado y dudando en usarlas, quiero borrar todos los recuerdos, incluso los más hermosos, las palabras que prometiste y los dulces momentos en que nada importaba.
Sin embargo, he de pensar por dos...
Al diablo, estoy enferma y no creo que sobreviva por más tiempo. Si he de morir, que sea como siempre he vivido, evadiendo la realidad, creándome una fantasía etérea y creyendo que el mundo es, en realidad, el cuento de hadas que alguna vez escuché que sería. Prefiero llevarte conmigo a que caigas en este infierno, prefiero que vueles conmigo a que decirte que en realidad no deberías estar acá, al igual que yo, al igual que muchos.
Sigue resultándome impenetrable esa muralla. ¿Qué diablos pensabas cuando venías a mi? acudías a mi a diario, me llenabas de hermosas palabras y meilusionabas con las fantasías que siempre quise vivir y que ahora no puedo siquiera recordar. Todas tus promesas encerradas en ese cajón, junto con las pastillas que podrían llevarme de acá y evitar todo este mal.
Sin embargo, sé que si volvieras ahora no dudaría en lanzarme de nuevo a tus brazos. Aunque ahora estoy enferma... pero sé que fuiste tú quien trajo consigo este mal. Todo tu legado fue simplemente dolor y sufrimiento, sólo trajiste contigo la anunciación de mi muerte.
Y así tendrá que ser, porque ya no quiero seguir pensando, no quiero seguir tratando de hilar ideas y de buscar explicaciones, tampoco quiero seguir luchando contra este deseo de que lo que dejaste en mi y yo nos perdamos en la inmensidad del olvido y nos perdamos del mundo y no volvamos jamás.
Puedes volver, pero ya no estaré... aunque sé que no lo harás, porque así como viniste sin avisar, te marchaste sin mirar atrás.
Memories II by Constanza Arriagada is licensed under a Creative Commons Atribución-No Comercial-Sin Obras Derivadas 2.0 Chile License.
Y sigo pensando que quizá el problema sea yo, que todos mis problemas son causados por mi y que por eso debo pagar todo lo que he hecho, dejando fluir toda la rabia y todo el rencor con las lágrimas manchadas de tonos oscuros que se pierden en la inmensidad de las sábanas, en la inmensidad de la noche y en la inmensidad de mi soledad.
Porque a pesar que ahora debo pensar por dos, porque te fuiste y aquí me dejaste, botada, con un puñado de drogas, unos cuantos billetes y un amargo recuerdo de las noches que yo creí que eran de amor y pasión y que no fueron más que la ilusión que creó mi mente ante la idea de por fin sentirme querida, siendo que tus brazos fueron la peor de las trampas en la que pude caer.
Ahora estoy acá, enferma, ya no me dan las fuerzas y aunque traté de que lo que hicimos no trajera frutos, el destino a veces es más cruel de lo que debería... y debo pensar por dos. Con un puñado de drogas a mi lado y dudando en usarlas, quiero borrar todos los recuerdos, incluso los más hermosos, las palabras que prometiste y los dulces momentos en que nada importaba.
Sin embargo, he de pensar por dos...
Al diablo, estoy enferma y no creo que sobreviva por más tiempo. Si he de morir, que sea como siempre he vivido, evadiendo la realidad, creándome una fantasía etérea y creyendo que el mundo es, en realidad, el cuento de hadas que alguna vez escuché que sería. Prefiero llevarte conmigo a que caigas en este infierno, prefiero que vueles conmigo a que decirte que en realidad no deberías estar acá, al igual que yo, al igual que muchos.
Sigue resultándome impenetrable esa muralla. ¿Qué diablos pensabas cuando venías a mi? acudías a mi a diario, me llenabas de hermosas palabras y meilusionabas con las fantasías que siempre quise vivir y que ahora no puedo siquiera recordar. Todas tus promesas encerradas en ese cajón, junto con las pastillas que podrían llevarme de acá y evitar todo este mal.
Sin embargo, sé que si volvieras ahora no dudaría en lanzarme de nuevo a tus brazos. Aunque ahora estoy enferma... pero sé que fuiste tú quien trajo consigo este mal. Todo tu legado fue simplemente dolor y sufrimiento, sólo trajiste contigo la anunciación de mi muerte.
Y así tendrá que ser, porque ya no quiero seguir pensando, no quiero seguir tratando de hilar ideas y de buscar explicaciones, tampoco quiero seguir luchando contra este deseo de que lo que dejaste en mi y yo nos perdamos en la inmensidad del olvido y nos perdamos del mundo y no volvamos jamás.
Puedes volver, pero ya no estaré... aunque sé que no lo harás, porque así como viniste sin avisar, te marchaste sin mirar atrás.
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